lunes, 21 de abril de 2014

Orientación Familiar y Educación Especial







Educación Especial          
La creciente diversidad de alumnos es un importante tema de debate que involucra a los miembros del sistema educativo y también a las familias. Entre las diferencias se encuentran la lengua, la cultura, la religión, el sexo, el nivel socioeconómico, el marco geográfico y las distintas necesidades educativas.
En muchas ocasiones, en lugar de establecer y mantener comunidades escolares que honren las diferencias, se vive la diversidad como un problema y los centros escolares no dan acogida a niños que presentan algún tipo de problema. Entre las variables de discriminación se encuentra la de niños con necesidades educativas especiales (nee), asociadas tanto a discapacidad como a sobredotación.

La integración escolar de niños con algún tipo de discapacidad era, no hace mucho tiempo atrás, un proceso que se daba naturalmente. Con el correr del tiempo, los niños discapacitados han sido enviados a escuelas especiales, haciendo de su discapacidad un rasgo que resalte más que sus capacidades.
Así, la discapacidad se ha convertido en un factor excluyente en materia de educación. Niños con algún tipo de trastorno de atención, por ejemplo, han sido catalogados como alumnos perturbadores, y sus padres han debido buscar una alternativa que les brinde educación.

Está comprobado que los niños discapacitados que se desarrollan dentro de un ambiente plural y heterogéneo, que no los margina, obtienen mayor estimulación y mejores resultados.

A partir de esta realidad, el desafío es fomentar la integración, brindar la posibilidad de que los niños con discapacidades se incorporen al sistema ordinario de educación y consigan el mayor desarrollo de sus capacidades personales, sociales e intelectuales. Experiencia de un grupo de educadores en relación con la inclusión de alumnos con necesidades educativas especiales

La integración propone, entonces, la inserción de niños ciegos, sordos, deficientes mentales para trabajar con ellos de manera igualitaria. La finalidad última es que cada alumno reciba una educación acorde a sus necesidades.

La inserción y la atención de todos los niños dentro del colegio supone formar escuelas de puertas abiertas a todo el mundo y responde al ideal de conformar sociedades más democráticas, más justas, más tolerantes y comprensivas.


Un compromiso

A menudo nos enteramos de la situación de padres que enfrentan el dilema de cómo integrar a sus hijos con necesidades educativas especiales (nee) a la comunidad educativa ordinaria, leemos artículos periodísticos sobre el peregrinaje familiar en búsqueda de escuelas que acepten niños con nee, somos testigos de casos de discriminación infantil.
Para que esto no suceda, es importante que como padres:
  • desde la escuela, analicemos la forma en que ésta interactúa con lo que nuestros hijos aportan. Propiciemos, junto con los profesores en las aulas, una educación menos selectiva; que apueste a resaltar las competencias propias de cada niño y que rechace la segregación y el aislamiento de niños con discapacidades.
  • desde los hogares, contribuyamos a crear un clima de respeto hacia las diferencias, de solidaridad y convivencia. Las discusiones abiertas, en cada casa, acerca del prejuicio, los estereotipos y la exclusión tienen el potencial de arribar, entre toda la familia, a conclusiones tales como:

    -no juzguemos a la gente por su apariencia,

    -busquemos rasgos en común.
Asimismo, debemos propiciar en nuestros hijos la conciencia de sus derechos. Cada niño debe conocer su derecho a ser incluido, valorado y respetado por quién es, en un mundo cada vez más diverso y plural.


Extracción del contenido utilizado:
http://www.colombiaaprende.edu.co/html/familia/1597/article-70982.html



Comenta la lectura y sustenta tu respuesta con la posición teórica  de un autor, basado en el tema de la orientación familiar en cuanto a la educación especial.

miércoles, 5 de junio de 2013

Manera de educar como problematica educativa




LA ESCUELA ALEJADA DE LA VIDA
Tumbaron la vieja escuela y en su lugar, levantaron una escuela modernísima y preciosa. Construida con ricos materiales, el lujo y la elegancia brillaban por todas partes. No le faltaba nada: laboratorios, biblioteca, centros de orientación… Sin embargo, los alumnos languidecían de aburrimiento y se sentían extraños,  como en una jaula dorada.
El director no podía ocultar su desconcierto pues estaba convencido de que la antigua apatía de los alumnos se debía a las pobres condiciones de la vieja escuela y pensaba que, en la nueva todo iba a cambiar.
Un día visito la escuela un sabio pedagogo quien, tras escuchar la queja del director, lo llevó a una estación de trenes que contaba con todos los adelantos tecnológicos y era una obra maestra arquitectónica pero tenía un único y gravísimo problema: Lo habían construido lejos de las vías. Por allí no pasaba ningún tren.
-Todo muy bonito y moderno –dijo el director-, ¿pero para qué sirve una estación lejos de los trenes?
-¿Y para qué sirve tu nueva y lujosa escuela si sigue lejos de la vida?


Creo que leí en una de la obras de Tony de Mello la historia de aquel paracaidista que cayó en la copa de un árbol sin tener la menor idea de dónde se encontraba. Antes de que pudiera zafarse de las ramas del árbol, pasó por allí un caminante y el paracaidista le preguntó:
-¿Podría, por favor, decirme dónde me encuentro?
-Usted se encuentra en un árbol.
-¿Acaso es usted profesor?
-¿Y cómo lo ha notado?
-Porque lo que dice es verdad, pero no me sirve para nada.


Resulta también pertinente la historia de aquel muchacho realmente habilidoso que se la pasaba siempre inventando, reparando cosas, sacándole las tripas a los aparatos que volvía a armar, sembrando semillas, recogiendo nidos, fabricando carritos…, y solía decir: « Ahora tengo que dejar por largo rato el aprendizaje pues me toca ir a la escuela».

Una de las mayores fatalidades de la escuela actual es un alejamiento de la vida. El mundo escolar ha hecho un mundo artificial dentro del mundo real y la mayoría de las cosas que se exigen y se aprenden en la escuela sólo sirven para permanecer o continuar en la misma escuela, para seguir ascendiendo en una carrera de obstáculos que, con demasiada frecuencia, no lleva a ninguna parte. La escuela gira y gira en un mundo irreal e intrascendente, de conocimientos muertos, donde el saber, en vez de ser capacidad para vivir más plenamente, se concibe como acumulación de datos inconexos, fechas, conceptos, fórmulas, números…, recital de un rito sin sentido.
          Sólo educaremos para la vida si la escuela, los programas, los contenidos, están inmersos en la realidad y en la vida cotidiana del alumno, su familia, el barrio, el caserío, la ciudad, el país. La auténtica planificación parte de la experiencia, saberes, sentimientos, y necesidades de los alumnos, de tal forma que sumerge la práctica social cotidiana de sus vidas.
          Abramos los portones y ventanas de las escuelas a la vida. Dejemos que la realidad invada los programas. No olvidemos que sólo es posible prepara para la vida en la vida misma. No nos quejemos de la apatía de los alumnos si el ideal de nuestras escuelas parece ser el silencio y la paz de los cementerios.

 ANTONIO PEREZ ESCLARIN.              EDUCAR VALORES Y EL VALOR DE EDUCAR. PARABOLAS